–¿Los materiales radioactivos propagándose por distintos países puede llegar al país? ¿Qué riesgos reales tiene esa radiación detectada, como por ejemplo en leche, en EEUU?
–Ante todo la radiación no se transporta, lo que se mueve –actualmente- son materiales radiactivos (radioisótopos) descargados por Fukushima. Estos radioisótopos son los que producen radiación ionizante (partículas Alfa y Beta, radiación Gamma). Cuando se descargan en lugares alejados, y esos sitios tienen sistemas de monitoreo, hacen aumentar el nivel de la radiación, es más alto. Eventualmente pueden medirse cuáles son los materiales radioisótopos responsables de ese aumento. La radiación de fondo ya supone un riesgo para la salud, y cualquier aumento de ese fondo aumenta el riesgo. Como la leche procede de la cadena pasto-vaca-ser humano, los radioisótopos puede acumularse (por ejemplo Estroncio 90, Iodo 131).
El país está preparado para enfrentar un accidente de ese tipo? Los departamentos Gualeguay e Ibicuy en Entre Ríos están muy próximos Atucha, del otro lado del río. ¿Deberían ser contemplados en simulacros de planes de evacuación para casos extremos?
–Los ciudadanos de Argentina no están preparados, y la responsabilidad recae en las autoridades nucleares de la Nación, en los gobiernos de las provincias que tienen reactores nucleares, como Córdoba y Buenos Aires, y en las que podrían verse afectadas en caso de accidente grave, como Entre Ríos y Santa Fe. Los ciudadanos de Uruguay tampoco están preparados y su gobierno es el principal responsable. El impacto radiológico en caso de accidente grave puede extenderse en un radio de hasta 300 y 700 kilómetros alrededor de la central siniestrada, y esta cifra es conservadora. Las autoridades nucleares, temerosas de que la sociedad advierta el verdadero peligro de sus instalaciones, ha limitado durante años los simulacros a 10 kilómetros alrededor de cada central, un acto verdaderamente irresponsable.
–Argentina no tiene un programa energético serio y consensuado que privilegie el ahorro y las fuentes blandas. Tanto el gobierno de Néstor Kirchner como el de Cristina Fernández fueron mal asesorados por las autoridades nucleares y por Julio de Vido, un arquitecto que no sabe distinguir el Iodo 131 del cemento. Seguir manteniendo un programa nuclear fastuoso y con peligros inimaginables para que solamente produzca el 7% de toda la energía eléctrica consumida en Argentina es un despropósito. La sombra de Fukushima flota sobre la cabeza de los funcionarios –y sobre todos nosotros- pero el gobierno nacional, que en su ignorancia vaticinaba que toda la energía eléctrica de Argentina sería producida algún día por centrales nucleares, quedó atrapado en sus delirios y no sabe cómo salir. Fukushima encendió dramáticas luces rojas que Julio De Vido nunca vio.
–Ante todo la radiación no se transporta, lo que se mueve –actualmente- son materiales radiactivos (radioisótopos) descargados por Fukushima. Estos radioisótopos son los que producen radiación ionizante (partículas Alfa y Beta, radiación Gamma). Cuando se descargan en lugares alejados, y esos sitios tienen sistemas de monitoreo, hacen aumentar el nivel de la radiación, es más alto. Eventualmente pueden medirse cuáles son los materiales radioisótopos responsables de ese aumento. La radiación de fondo ya supone un riesgo para la salud, y cualquier aumento de ese fondo aumenta el riesgo. Como la leche procede de la cadena pasto-vaca-ser humano, los radioisótopos puede acumularse (por ejemplo Estroncio 90, Iodo 131).
El país está preparado para enfrentar un accidente de ese tipo? Los departamentos Gualeguay e Ibicuy en Entre Ríos están muy próximos Atucha, del otro lado del río. ¿Deberían ser contemplados en simulacros de planes de evacuación para casos extremos?
–Los ciudadanos de Argentina no están preparados, y la responsabilidad recae en las autoridades nucleares de la Nación, en los gobiernos de las provincias que tienen reactores nucleares, como Córdoba y Buenos Aires, y en las que podrían verse afectadas en caso de accidente grave, como Entre Ríos y Santa Fe. Los ciudadanos de Uruguay tampoco están preparados y su gobierno es el principal responsable. El impacto radiológico en caso de accidente grave puede extenderse en un radio de hasta 300 y 700 kilómetros alrededor de la central siniestrada, y esta cifra es conservadora. Las autoridades nucleares, temerosas de que la sociedad advierta el verdadero peligro de sus instalaciones, ha limitado durante años los simulacros a 10 kilómetros alrededor de cada central, un acto verdaderamente irresponsable.
–La necesidad de reemplazar el uso de combustibles fósiles frente al aumento sostenido en el consumo de la electricidad llevó a varios países a optar por la tecnología nuclear. ¿Cuáles serían las energías recomendables para utilizar?
–Argentina no tiene un programa energético serio y consensuado que privilegie el ahorro y las fuentes blandas. Tanto el gobierno de Néstor Kirchner como el de Cristina Fernández fueron mal asesorados por las autoridades nucleares y por Julio de Vido, un arquitecto que no sabe distinguir el Iodo 131 del cemento. Seguir manteniendo un programa nuclear fastuoso y con peligros inimaginables para que solamente produzca el 7% de toda la energía eléctrica consumida en Argentina es un despropósito. La sombra de Fukushima flota sobre la cabeza de los funcionarios –y sobre todos nosotros- pero el gobierno nacional, que en su ignorancia vaticinaba que toda la energía eléctrica de Argentina sería producida algún día por centrales nucleares, quedó atrapado en sus delirios y no sabe cómo salir. Fukushima encendió dramáticas luces rojas que Julio De Vido nunca vio.
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